Continental. La última partida.

POR ISAURA MENDIOLA

El continental es un juego de cartas al que se juega con dos o más barajas inglesas; en el que hay que hacer diferentes combinaciones y siempre se juega individualmente sin formar parejas ni equipos. Las combinaciones posibles son tercias y corridas. El objetivo del juego es “bajar” el mayor número de cartas de tal forma que no acumules muchos puntos.

Es el juego oficial de la familia, nos encanta pasar el rato jugando, algunos se divierten, otros se lo toman muy en serio y se enojan, otros solo nos reímos por no poder sostener tantas cartas en una sola mano, pero al final, el resultado es el mismo, el juego nos une.

Mi hermana disfruta mucho el juego pero lleva poco tiempo jugando, no es muy hábil, le hemos explicado muchas veces y sigue cometiendo errores a la hora de formar sus corridas. Quiere robar cuando no es su turno o bajar combinaciones que no están permitidas. Yo siempre me burlo de ella.

-Qué tonta eres, no puedes hacer eso.

-¿Por qué? ¿Qué hice mal? - me pregunta Alicia con cara de decepción.

-Si vas a hacer una corrida, todas las cartas deben ser de la misma figura, ahí tienes corazones y tréboles.

-Eso no sabía.

-Claro que sí hija, te lo hemos dicho muchas veces. - agrega mi mamá.

-De acuerdo. - Alicia recoge sus cartas.

Ella lo sigue intentando porque le encanta el juego. Mi mamá y yo le tenemos paciencia pero nos burlamos de ella, nuestra relación siempre se ha basado en hacernos bromas pesadas, con las que a veces tocamos botones que hieren pero no lo hacemos evidente, no mostramos nuestra vulnerabilidad. Siempre ha sido así pero nos amamos y pasamos mucho tiempo juntas. Nos encanta visitar cafeterías para tomar alguna bebida y comer pan después del trabajo o los fines de semana. Antes nos reuníamos mis padres, Alicia, Dany, la hija menor de Alicia y yo; pero ahora solo quedamos las mujeres, pues mi padre murió el año pasado después de atravesar por un proceso de enfermedad muy doloroso.

Estos últimos días Alicia no la ha pasado bien. Desde hace más de 20 años padece de insuficiencia venosa, se la diagnosticaron cuando nació Víctor, su primer hijo, cuando ella tenía 20 años. Ha tenido mucho dolor en su rodilla porque tuvo una trombosis, ha estado tomando medicamento y le mandaron mucho reposo para poder extraer el trombo quirúrgicamente. El médico dice que será una cirugía ambulatoria, así que sólo estará algunas horas en el hospital.

Un día antes de la cirugía me llama por teléfono.

-Vamos por un café a los Bisquets de Obregón.

-No. No quiero ir ahí porque ya no quiero comer pan.

-No seas payasa, vamos, ándale.

-No. No quiero. Mejor hay que hacer otra cosa.

-¡Ash! Entonces vamos a jugar Continental a casa de mi mamá.

-De acuerdo, allá nos vemos, pero no llegues muy tarde.

-No. Me apuro.

-Ten cuidado, no manejes muy rápido.

-Demasiado tarde, ya estoy llegando ¡Ábranme!

Ya he barajado las cartas, mi sobrina ha terminado su tarea y mi mamá puso a hervir agua para el café. Todo está listo para comenzar la partida. Alicia vuelve a cometer los mismos errores y como siempre nos burlamos de ella pero pasamos un buen rato.

-Tengo miedo. - dijo de pronto Alicia.

-Tranquila, todo va a salir bien. - aseguré.

-Nunca me han operado, nunca me han puesto anestesia.

-No es nada del otro mundo. - le dije con la seguridad que me daba haber experimentado 4 cirugías.

-Tengo miedo.

-Relájate. Vamos a jugar tu último juego, ándale.

-Qué grosera eres, no me digas eso.

-Pero ¿qué dije? Yo digo que es tu último juego antes de la cirugía. - me río.

Alicia no está de humor para esas bromas, parece que disfruta la partida pero no puede dejar de pensar e intenta distraer su mente con el juego. Su experiencia en camillas quirúrgicas se reduce a sus dos partos, los cuales fueron naturales y sin anestesia. Le asusta pensar cómo va a reaccionar su cuerpo.

Como es usual, Alicia pierde la partida.

Se hace tarde, recogemos las cartas y afinamos detalles para el día siguiente. Mi mamá la acompañará a la clínica como su familiar responsable. Yo pasaré más tarde por ellas y Dany la apoyará si se necesita algo en la oficina.

Llega la hora de despedirnos. Mi hermana sigue asustada, le intento inspirar confianza pero nada parece funcionar.

Al día siguiente, mi hermana y mi mamá llegan a mi casa, dejan el auto de Alicia y se dirigen en taxi a la clínica después de darnos un abrazo y decirle que todo saldrá bien.

Mi mamá me envía algunas fotos de Alicia antes de entrar al quirófano. Su semblante no ha cambiado, parece que ha visto un fantasma, está pálida, se le nota el terror aunque intenta ocultarlo dibujando una sonrisa en su rostro.

Han transcurrido dos horas desde que comenzó la cirugía. Aparece el doctor en la habitación donde mi madre espera noticias.

-Alicia ha entrado en paro, fue reanimada pero la tuvimos que intubar, aun no ha despertado. - le dice el médico.

Mi madre rompe en llanto y me avisa de inmediato, también a mi hermano y mi sobrino. Me impacta la noticia pero me siento confiada, mi papá tuvo dos paros cardíacos, ambos estando en el hospital. Están bien atendidos, no debe pasar a mayores, mi hermana es joven, todo estará bien, me digo.

Mientras conduzco hacia la clínica pienso en todo lo que le voy a decir a mi hermana cuando la vea. Estaciono el carro pero me rehúso a entrar, solo al ver esos lugares me da escalofrío, me evocan todo lo vivido el año pasado. Espero que esto termine pronto y nos vayamos a casa.

Cuando entro a la clínica veo a mi hermano y a mi sobrino junto a mi mamá. Mi mamá solloza, mi hermano y mi sobrino lucen cabizbajos pero yo estoy tranquila, sé que todo estará bien.

Todos aguardamos impacientes en la sala de espera. Nos dicen que tiene que valorarla un neurólogo. En ese momento se desvanece mi tranquilidad. Después de muchos estudios y revisiones médicas inducen a Alicia a un coma barbitúrico para que el cerebro deje de convulsionar, baje la inflamación y así los médicos puedan determinar la magnitud del daño.

Una semana en terapia intensiva, alternando noches en el álgido vestíbulo sin ser capaces de verla, mucho menos tocarla, con la esperanza de que todo sea una aterradora pesadilla, implorando a toda la corte celestial un milagro.

Después de varias semanas Alicia regresa a casa, en estado de mínima consciencia, con el cuerpo perforado por sondas que dan paso a lo profundo de sus órganos para entregarles aire y alimento. Día y noche recibe los cuidados necesarios a la espera de un milagro. El cerebro es el órgano más estudiado por la medicina y su comportamiento es impredecible. Nunca se sabe cómo va a reaccionar, dijeron los médicos, pero yo languidecía.

Después de varios meses, la resonancia magnética arroja los resultados que tanto temíamos. El cerebro de Alicia se asemeja al de una mujer de 80 años, estuvo mucho tiempo sin oxígeno, hubo mucho daño. Ya no hay nada más que hacer, no hay posibilidad de mejoría. Mi hermana no volverá a erguirse jamás.

Recuerdo las bromas hechas una noche antes. Siento culpa, me arrepiento de no haber ido a comer el último pan con mi hermana, de no haberla dejado ganar en el juego. Ya no hay marcha atrás.

Alicia, a sus 48 años, el 16 de abril de 2019 había jugado su última partida de Continental.

*La historia de Isaura Mendiola fue seleccionada por sus compañeras del taller de escritura autobiográfica “Cuéntatelo otra vez” para ser publicada en mi blog. El próximo taller será en septiembre del 2025, puedes ver todos los detalles aquí.