Uno ve el mundo como es… no como es el mundo, sino como UNO es. Lo vemos con el filtro de nuestras experiencias pasadas, de nuestros prejuicios, nuestras convicciones y nuestros complejos, pero nunca como es en realidad. Y así lo vemos todo: a nosotros mismos, al país, a los amigos… a nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestra pareja, a nuestros padres. Todo, siempre con el ojo de lo aprendido en el pasado.

Pero si un día llegan un par de fotógrafas, dulces y cálidas como ellas solas, con su propia maleta de sueños a cuestas a meterse en tu casa y ver con sus propios ojos cómo transcurre un día en tu vida y, encima de todo, lo congelan con el poder de una cámara con el enfoque y encuadre que su propia experiencia les dicte, esa visión que tenías de tu mundo puede darte una de esas sorpresas que son siempre bienvenidas para sacarte de la rutina y la somnolencia.

Así llegaron las Dos Marías hace un par de meses a nuestra casa para sembrar la semilla de un trabajo que nos robaría el aliento unas semanas después. Karla y Paty volaron desde Saltillo hasta Tecate para fotografiar uno de sus primeros “A day in the life”, que consiste en registrar con imágenes el día de una familia desde que amanece hasta que se apaga la luz para dormir. David ya las conocía porque habían coincidido en talleres de foto pero yo conocía su trabajo sólo por internet, así que cuando me contactaron a mí y a otras amigas (“los maridos nunca nos iban a pelar, así que decidimos escribirles a sus esposas”) para platicarnos que querían hacer estas fotos yo brinqué de la emoción. En mi casa, como en casa de cualquier herrero, el azadón es de palo, así que no tenemos muchas fotos familiares en las paredes y mucho menos fotos en donde David esté presente. Así que la de las Marías vino a ser una de las mejores noticias de este año.

Llegaron un miércoles por la mañana y al día siguiente nos pinteamos la escuela de Emma para hacer lo que nos gusta en un fin de semana familiar: desayunar hotcakes hechos en casa, ir a comer fuera y pasar un rato en la playa. Bien armadas con sus cámaras desde que bajamos a la cocina para preparar el desayuno, todavía en pijamas, las dos Marías nos acompañaron por el transcurso de unas doce horas con una sensibilidad y un entusiasmo que nos hizo olvidarnos en pocos minutos que estábamos siendo fotografiados y fuimos capaces de dejar la pena inicial a un lado para disfrutar de un día normal en nuestra vida.

Ellas dejaban sus cámaras sólo unos minutos para comer con nosotros y platicar como cualquier par de invitados a los que nos gusta llevar a conocer los alrededores, pero en cuanto terminaban volvían a tomarlas para continuar con este trabajo que se nota que les apasiona y al que se entregan como si fuera el último día. Karla llegó con una barriga de 6 meses de embarazo y ni ésta ni un piquete de abeja en la playa que solita se curó con su propia saliva le impidieron agacharse y pararse todo el santo día para buscar el mejor encuadre, y Paty no hablaba de otra cosa que no fuera de foto, de redes sociales, de tecnología y de todas las satisfacciones que les ha traído esta empresa que decidieron arrancar juntas hace unos años.

Al final del día, cuando llegamos a casa otra vez y después de que Emma se metió a bañar y David y yo trabajamos un ratito en la computadora, las Marías nos acompañaron en el último paso de la rutina de nuestra nena: contar un cuento y dormir. Y esa foto, precisamente la que cierra el poético trabajo de este par de artistas en la que la mano de David está apagando la lámpara para cerrar la jornada, fue la que me hizo estallar en lágrimas de felicidad hace unos días, cuando en nuestro viaje a Monterrey Karla y Paty nos mostraron sus fotos, su perspectiva de ese 26 de junio. Durante todo el slideshow, con la música de Jack Johnson de fondo y la impecable selección de imágenes, sentía la emoción de verme a través de los ojos de alguien más, de ver mi vida cotidiana y esos pequeños momentos y detalles que construyen las 24 horas de mi familia. Pero en esa última foto vi envuelto todo el significado de la segunda mitad de mi vida en la que mi alma gemela ha estado presente.

Apagar la luz todas las noches después de una jornada llena de risas o llantos o esperanza o desilusión, primero los dos solos, luego con nuestra primera hija y ahora con otro que viene en camino, me recordó que siempre, sin importar cómo nos haya sorprendido la noche, siempre hemos despertado a un nuevo día con nuevos bríos y mejores intenciones. En la mano de David sosteniendo ese interruptor vi la fuerza de un hombre que nos ha pintado de rosa la vida a Emma y a mí y que estoy segura hará lo mismo para este crío al que esperamos con ansias. En sus venas vi el amor que se le desborda y en la manita que lo acaricia vi todo esto que hemos construido él y yo, con nuestras altas y nuestras bajas, pero siempre con la certeza que nos unió desde el primer día: queremos estar juntos para siempre… y después para la eternidad.

Gracias hasta el cielo, gracias para toda la vida María Patricia y Karla María, porque nos dejaron ver esto y más a través de sus ojos.

Para ver la selección de Karla y Paty, con la musiquita de fondo y todo el cariño que le imprimen a su trabajo, pueden ver el slideshow que nos entregaron aquí: http://www.2marias.com.mx/david-josue-family/

Mi familia en otros ojos